True Story
En Santa María vivía un residente que durante años se había negado a tener otro perro. Había enterrado a muchos de sus fieles compañeros y había jurado no volver a pasar por ese dolor. Sus hijos insistían, su esposa lo pedía con ternura, pero él se mantenía firme… hasta la última Navidad. Ese día, conmovido por el espíritu familiar, decidió traer a casa a un cachorro marrón de mirada tímida y pelaje brillante. Lo llamaron Bronny, y de inmediato se convirtió en el consentido de la casa.
Aun así, el dueño lo miraba con miedo. Se había prometido no encariñarse, pues sabía que el precio del amor a un animal era el vacío cuando ya no estaba. Por eso había pasado tantos años sin mascotas, protegiéndose de ese sentimiento. Sin embargo, cada día le resultaba más difícil resistirse al cariño inocente de Bronny.