—Este mundo no es seguro para nosotros. Los humanos tienen sus propias vidas, sus propias necesidades. ¿Qué pasará contigo cuando ya no les seas útil?
Capi se erguió, con su gorra verde ligeramente ladeada.
—Diego no es así, Papá. Él no me ve solo como útil, me ve como un amigo. Y este lugar, Santa María, me necesita.
Los golfistas, los trabajadores, incluso el césped… cuentan conmigo.
He marcado una diferencia aquí, Papá.
¿No es eso lo que siempre me enseñaste? A marcar la diferencia donde pudiera.
—Cómo marcaste la diferencia Capi, explícame? Nada de esto hace sentido.